miércoles, 9 de noviembre de 2011

LA ALEGRÍA DE LAS PENAS

LA ALEGRÍA DE LAS PENAS
A nuestros políticos les gusta ponerse duros en materia penal cuando se aproximan las elecciones. Sobre todo ponerse duro con los débiles. Hablan con especial alegría de las penas: de endurecer las condenas, de la cadena perpetua revisable, que el hurto sea delito, que los menores se les trate como mayores...
Parecen ignorar que a prisión solo van los pringaos. Seguramente no lo ignoran. Tienen a mano todo tipo de estadísticas que revelan esa realidad. A fin de cuenta las leyes son las que los políticos maquetan en el Parlamento. No se hacen las leyes para meter a políticos o financieros en prisión aunque su comportamiento pudiera ser dañino para el bien común.
La reforma de Caamaño en la última legislatura ha añadido algo de sensatez rebajando la condena en los delitos contra la salud pública a los muleros o a los aguaores, aunque es más probable que acabe antes en prisión un correveydile que un traficante que se podrá pagar un abogado consistente que no se limite a entregar dos escrito en el registro.
Los delincuentes torpes, fundamentalmente los drogadictos y los que tienen disminuidas sus facultades mentales, caen una y otra vez en mano de la policía. Todos asumimos que un drogadicto delinque casi a diario. Algo habrá hecho esta vez o en la anterior, pensamos. Y acabamos persiguiendo al delincuente y no al delito.
Rajoy apuesta por introducir la pena de prisión permanente revisable. Cuando el común de los mortales lo escucha hasta es posible que lo aplauda. Los terroristas sin escrúpulos o los asesinos en serie merecen ese castigo. Pero lo cierto es que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado han neutralizado a ETA, y los asesinos en serie se dan más en las películas de Hollywood que en la realidad. Así que esa severidad se le acaba aplicando al delincuente común. La cadena perpetua existe en nuestro país. Conozco infinidad de casos de chavales que empezaron con la heroína a los 11 años y que antes de cumplir los 18 entraron en las antiguas hacinadas prisiones de los ochentas ,repletas de drogadictos sin futuro , proclive a los motines y no salieron en décadas :el Vaca ,el Moto, el Sando, el Morao, el Nervio... Hace unos meses se denunció en los medios de comunicación la situación de Miguel Francisco Montes Neiro, delincuente común granadino de 61 años, sin delitos de sangre y gravemente enfermo, que llevaba desde hacía 36 años en prisión .La fecha prevista para su puesta en libertad era el 2021. Entró en el reformatorio con 12 años y a los 16 ingresó en prisión por robar un cartón de tabaco. Mendigaba un indulto como única manera de salir del trullo.
En mi experiencia en el barrio de la Palma-Palmilla estoy cansado de ver personas que habrían acabado en prisión si no llegamos a actuar, por delitos tan pintorescos como robar mortadela cuando tenía hambre, o ser condenado porque cuando debía ir a la prueba forense para que examinaran si tenía anuladas sus facultades mentales no lo hizo ya que no sabía leer la citación que le había llegado de los juzgados.
Para no faltar a la verdad se observa una predisposición a la colaboración por parte de jueces, fiscales, centros penitenciarios y de no pocos mandos policiales, entendiendo que la única manera de actuar en los barrios marginales es trabajar desde dentro junto con ex-presidiarios y ex-drogadictos que aporten otra visión en la rehabilitación, que complemente a la reclusión carcelaria, y de camino ayude a aliviar el empantanamiento judicial y penitenciario.
Cada campaña electoral tiene su víctima. En otras, los progres de la SGAE consiguieron su objetivo de meter en prisión a los subsaharianos del top manta porque formaban parte del entramado internacional de la piratería. Es fácil criminalizar al inmigrante al que obligamos a sobrevivir en un limbo jurídico. No conocen sus derechos ni hablan el idioma. El derecho a la propiedad, en este caso intelectual, defendido por organizaciones que financian campañas electorales y exigen luego su derecho de pernada. Un centenar de los manteros han residido en las prisiones españolas en los últimos años. Todo empezó con una inocente petición en favor de los artistas, a continuación demandaron convertir la falta en delito y culminó con la prisión para un montón de chavales que huían de la miseria arriesgando su vida en una patera. Con la propiedad hemos topado.


Para superar la crisis o aminorar sus efectos se ponen encima de la mesa dos recetas: o restringir el gasto o aumentar el gasto. A la primera receta la denominamos liberal (o triunfante) y a la segunda, socialdemócrata. Aunque hay algunos como Rubalcaba que apostaban por la primera cuando estaban en el gobierno y por la segunda cuando ambiciona volver a él. Se argumenta que no hay alternativa a la receta triunfante. Son malos tiempos para la lírica. Son tiempos en los que se tiende a rescatar a los banqueros antes que a los ciudadanos.

Pero no creo que nadie pueda estar en contra de sancionar a los responsables de provocar los desaguisados financieros y la recesión. Y no sólo porque es de justicia.
James Galbraith o el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz advierte que para salir de la crisis económica será necesario (entre otras medidas) instaurar un nuevo escenario de penas privativas de libertad para los delincuentes de guante blanco. Y penas de prisión de las de verdad. Contundentes. De esas que cuando entro en prisión mis hijos son unos niños y cuando salgo ya son unos hombrecitos.
Siempre hay algún alma de cántaro que te dice que la cárcel es mala y que nada bueno se puede aprender en ellas. Pues bien, está demostrado que la cárcel tiene un estimulante efecto disuasorio con las clases sociales que no están acostumbradas a acabar en prisión. No estoy pidiendo que metamos en la cárcel a los ricos o a los emprendedores honrados. Opino que la única manera de meter en verea a sátrapas que juegan con el dinero de los demás con macabros negocios especulativos piramidales o a los políticos jubilados que presionan a gobiernos en beneficio de las grandes corporaciones o aquellos que después de hacer una calamitosa gestión se regalan doradas indemnizaciones es amenazándoles con suculentas penas privativas de libertad
Dejémonos de dar consejos sobre si es de buen gusto asesorar a Rupert Murdoch en sus negocios (eso para la Revista Hola) y apliquemos el Código Penal que tiene más hojas.
Estas penas si me dan alegría.
Si nos quedamos parados ante los desmadres, estaremos estimulando dichas prácticas. Si robo millones (ya sé que no es el nomen iuris) y únicamente me ponen, en la peor de las hipótesis, una multa por valor de una fracción de lo robado, seguiré robando.
No sé cuántas veces me he pasado por los juzgados acompañando a un vulgar roba chatarra que acumulan años y años de prisión mientras ven por la Ciudad de la Justicia a los malayos a cual más arrogante contando chistes en la cafetería. Si robas el banco del parque te meten preso y si robas el Banco de España no. Es así.
Es curioso escuchar como Josep Antoni Duran i Lleida propone durante su visita al Mercado de la Flor y la Planta Ornamental en Vilassar de Mar (Barcelona) endurecer las penas por hurtos y que sean de cárcel. ¿Cuantos crisantemos hay que robar para llegar a la cantidad que recibe como indemnización los ex-directivos de la CAM? Me desespera escuchar a bienpensantes como el Gobernador del Banco de España afirmar que las pensiones de algunos directivos de la CAM son escandalosas y que no conviene “reaccionar con las tripas”. Desearía escuchar al Gobernador del Banco de España decir que tenemos que dotarnos de un sistema penal que mande a prisión a esos directivos durante lustros. Pero mientras tanto nos conformamos con meter presos a los de siempre: a los que hurtan un ramo de claveles en el Mercado de la Flor y de la Planta Ornamental.
Perro no come carne de perro.
Antonio Villanueva Martín. Responsable de las actuaciones judiciales, policiales y penitenciarias de la Casa de la Buena Vida de la Palma-Palmilla